RICARDO GARECA

1.- El tigre Ricardo Gareca.-

 

Esta historia parece comenzar con la llegada de un especial personaje al Perú, Ricardo Gareca, un entrenador argentino que se iba a convertir en el Director Técnico de la selección peruana, propuesto por otro gran personaje, Juan Carlos Oblitas, un histórico del fútbol peruano (“histórico” se les dice a aquellos jugadores que llegaron a un mundial de fútbol). Gareca llegó para reconducir el alma futbolística de una selección que estuvo a punto de hacer leyenda, pero que sin embargo, convertiría al Perú, en un símbolo mundial de entrega, pundonor, pasión, compromiso, buen fútbol, talento, disciplina, juego bonito, unión, heroísmo, apoyo total en las buenas y las malas, oleada roja y blanca de puro sabor y color peruano. La llegada de aquel personaje marcaría la historia como marcó nuestra historia la llegada de Francisco Pizarro, para redescubrir nuevas tierras, nuevos talentos, y hacer que el sentimiento futbolístico peruano renaciera, se convirtiera en inconfundible. El equipo mostró de lo que está hecho el Perú: de sentimientos.

 

Ricardo Gareca: “Yo creo en el jugador peruano”.-

 

No era un día lluvioso, ni un jueves del cual ya tengo el recuerdo (Vallejo); era un día de aquellos limeños, de panza de burro (Héctor Velarde, Salazar Bondy, Alfredo Bryce Echenique), donde la realidad se envuelve en esperanzas y renovaciones. Ricardo Gareca era presentado como el nuevo Director Técnico, entrenador de la selección peruana. Un hombre flaco, alto, con melena larga y rubia lanzada hacia ambos lados, como una especie de hippie, rockero, con su tez frizada en el tiempo, delgada y una sonrisa sincera. Llevaba puesto un terno negro resaltando el protocolo del momento, y un jean azul resaltando la vulnerabilidad de todo protocolo. Ricardo Gareca estaba allí, en un escenario creado para la ocasión; y fue el ciego, Juan Carlos Oblitas, quien con camisa blanca y mangas remangadas presentaba a quien luego sería el mejor entrenador de la selección que tuvo el Perú.

 

Es difícil contar la historia, la historia de un equipo de fútbol en el que nadie creía, ni los propios jugadores; es difícil contar la historia cuando se han teñido los estadios de vivas, de llanto, de esperanzas, de glorias por haber logrado lo que nadie presagió, lo que nadie sintió. Es difícil, muy difícil contar la historia, cuando está plagada de esperanza, de emoción, cuando se sabe que las palabras jamás podrán demostrar las emociones que se vivieron. Es difícil, pero es necesario, contar aquella historia de un equipo que comenzó a creer en sí mismo, porque un entrenador argentino, flaco, alto, de voz firme decía en su presentación como Director Técnico, que básicamente “creía en el jugador peruano”, que había emprendido una tarea difícil pero no imposible (se refería a clasificar al mundial).

 

Ricardo Gareca afirmaba en su presentación como Director Técnico, con la seriedad que lo caracteriza, con firmeza y mucha buena voluntad: “el honor es mío (…) quiero agradecer al presidente, a todo el directorio, a Juan Carlos (Oblitas), porque Juan Carlos, bueno, confió en mí (…)”. Su voz era firme, pero también de agradecimiento, resaltando en cada frase una idea, un concepto esencial para el éxito, y utilizada por él como base de toda su estrategia para con la selección de fútbol y con la vida misma: “la confianza”. Ricardo estaba agradecido porque habían confiado en él, a pesar que sabía que todos sabían que nunca había dirigido a una “selección nacional”, y que el puesto aquel por lo general estaba reservado para los experimentados, para los que ya habían tenido el recorrido de dirigir selecciones. Pero ahí estaba él, dando las gracias, en principio a quien fue el articulador de su nueva estadía, a Juan Carlos Oblitas, y emocionado pronunciaba: “es un honor, estoy muy feliz”, como dos conceptos alucinantes y comprometidos, el honor representaba la responsabilidad, y el “estar feliz” significaba la alegría y el gozo que de aquella ocasión. El honor es un concepto que cabe sólo en quien cree en ella, el honor es un concepto tan importante en la vida del ser humano, que la sociedad la protege incluso a través de la última ratio, el derecho penal (querella, injuria, calumnia). El honor es el respeto al ego, y la felicidad deja de ser respeto para convertirse en una emoción directa.

 

A diferencia del honor que necesita de interpretación para poder sentirse, la felicidad es un sentimiento directo, no se decide sino se siente, como el amor o el odio. Gareca sabe de todo eso, sabe que el honor y la felicidad son muy importantes, por honor “cumple sus contratos”, por felicidad entiende que hay que ser agradecido en la vida, por eso en aquella ocasión, de nuevos horizontes y retos, la de ser Técnico Deportivo de la Selección Peruana, expresaba, sobre aquella ocasión: “Es el desafío más importante de mi vida, dentro de mi carrera deportiva, porque si bien todas las instituciones que uno dirige merecen el mayor de los respetos, merecen el mayor sentido profesional por parte de un técnico, estar al frente de un país, como es el que en estos momentos me toca, de un país al que quiero, de un país (que) me ha tratado muy bien, que he tenido la posibilidad de conocer” (https://www.youtube.com/watch?v=95lQuHUbhag&t=6s). Gareca entiende el concepto de país, el de representar a un país. Sabe que una selección no representa a un grupo pequeño de personas, sino a todo un país y con él a toda su identidad; país que es siempre un conjunto de personas organizadas dentro de un sistema social; país que se convierte en Estado, y por lo cual es soberano dentro de un determinado territorio y con una también determinada población. Frente a eso sabe que está Gareca; frente a una selección de fútbol peruana que ya no son once jugadores en la cancha, sino todo un país, con sus costumbres, tradiciones y valores. Pero no cualquier país. Gareca sabe que está en un país multicultural, polidiverso tanto cultural como geográficamente, y que el jugador peruano es un guerrero que se adapta a todo clima, juega tanto en la costa, como en selva y la sierra, sin quejarse, sólo adaptándose. El jugador peruano no es un Toribio Mogrevejo que cruzó todo el Perú, pero se adapta bien a todo el Perú.

 

El Perú no es una tierra desconocida para Gareca, puesto que antaño ya había estado en estas tierras dirigiendo un gran equipo, el Universitario de Deportes. En aquella ocasión había logrado ganar el campeonato, por lo que tenía ya la experiencia peruana del ganador. Regresar al Perú debía producir sólo la continuación de un sentimiento de gratitud y cariño que aprendió a conservar y a respetar. El Perú –decía- es un “país que quiero, que me ha tratado muy bien”.

 

Gareca inicia una nueva etapa, la de entrenador de una selección de un país. Consciente de ello, y siendo lo más sincero posible, con los pies puestos en la tierra, dice estar muy feliz, pero advierte que aquello es “una enorme responsabilidad”; decidido agregó: “Acepto este desafío, siendo muy feliz, sabiendo que nos espera una tarea dura, difícil, complicada, no imposible, de ninguna manera; no hay nada imposible cuando uno está unido, cuando uno tiene un objetivo claro, cuando uno tiene por sobre todas las cosas lo que yo creo”.(https://www.youtube.com/watch?v=95lQuHUbhag&t=6s). Hablaba de si mismo, de su fe en el jugador peruano, de su entrega y responsabilidad para con sus compromisos, de lo que significaba aquello: felicidad y desafío. Gareca sabe que en toda felicidad hay cierta responsabilidad, que aquello es sólo el inicio para empezar, pero que falta mucho, demasiado aún; sin embargo sabe que es metódico, que tiene un objetivo trazado, que pondrá todo su esfuerzo en conseguir sus objetivos, y por eso siente felicidad y responsabilidad. Gareca expresaba en aquellas palabras toda su filosofía deportiva y de vida, “estar unido” significaba trabajar en equipo y no individualmente, “tener un objetivo común”, tener las cosas claras, agregando a continuación el eje motor de su filosofía: “Lo que más que nada me ha llevado a aceptar esta decisión: creer en el jugador peruano. Como yo creo en el jugador peruano estoy sentado aquí y acepté el cargo de la selección peruana”. (https://www.youtube.com/watch?v=95lQuHUbhag&t=6s).

 

Gareca cree en el jugador peruano desde el inicio, a diferencia de muchos, casi todos, que al escuchar las palabras de un ilusionado Director Técnico pensaban que era una más de muchas retóricas dichas por los entrenadores que habían venido al Perú a hacerse cargo de nuestra selección de fútbol, trituradora de famas y entrenadores. Pero Gareca dice lo que piensa y “cree”, no es un fanfarrón, no intenta seducir con mentiras al público. Dice lo que piensa y siente lo que dice, aunque el resto no le crea, aunque el resto desconfíe de sus palabras, él siempre dice lo que piensa, sin ínfulas, ni mediocridades, no escatima en decir lo que piensa, no tiene el tufillo de un sobón. Sus palabras suenan sinceras, pero a esas alturas, cuando el Perú nunca había logrado siquiera clasificar a un mundial, nadie le creía, nadie veía talento y posibilidad en el jugador peruano. Pero él sí, y este convencimiento convencerá luego a los demás.

 

Ricardo está tan seguro de lo que piensa, del talento del jugador peruano. No obstante el mismo jugador extrañado duda, piensa y sufre una especie de sacudón, porque no esperaban aquello, no esperaban que alguien con la calidad de futbolista, entrenador y persona como Gareca crea en ellos. No esperaban que nadie crea en ellos, porque ellos mismo no creen en sí mismos. Por eso, las palabras de su nuevo entrenador los remece, lentamente primero, están impresionados de aquella fe, porque ellos mismos no se tienen fe, no creen lograr que luego consiguieron y pensaron imposible: clasificar. Pero ahí estaba Gareca, diciéndole a ellos, en su cara pelada, en su autoestima, que podían clasificar, que tienen el talento. Ahí está Gareca diciéndoles a ellos, a los futbolistas y a todo el Perú, que él “cree en el jugador peruano”. Por eso en su presentación afirma: “Así que realmente es un honor para mí que hayan confiado en esta gran responsabilidad y muy feliz de estar en su país, que con el tiempo, que a partir de ahora, soy uno más de ustedes, por sobre todas las cosas, así que muchísimas gracias (por) este honor que se me posibilita. (Recuperado de la url: https://www.youtube.com/watch?v=95lQuHUbhag&t=6s).

 

Pero Ricardo es prudente, cree, confía, pero pisa siempre tierra, así que advierte para no decepcionar, para no parecer un charlatán más, para no dejar nada suelto, en el aire, que pueda dañar las expectativas del pueblo peruano, y sentencia: “No soy de prometer, no puedo prometer absolutamente nada. Tengo las mismas intenciones que tiene todo el pueblo peruano, el mismo compromiso que tiene toda la directoría, Juan Carlos (…)”. Y a continuación plantea la estrategia de convocatorias a la selección de fútbol peruana que tendrá a lo largo de toda su campaña, “la apertura de la selección a todos los jugadores peruanos, sin importar si juegan en el extranjero, si juegan en el deporte local, si son jóvenes, viejos, si tienen buena o mala reputación, etc.”; Ricardo apertura y abre las puertas a la selección peruana poniendo unas simples condiciones: la entrega total, la responsabilidad, el compromiso, la preparación, la concentración; así que deja en claro que sólo depende del jugador estar en la selección peruana, y por eso señala: “Las posibilidades en la selección peruana está abierto para todos los jugadores. Es lo único que yo puedo manifestar a ustedes. Yo no puedo manifestar que algún determinado jugador, por la edad, o por distintas circunstancia tenga las puertas cerradas a la selección”. (Url: https://www.youtube.com/watch?v=LcGRKtQXcEE).

 

Gareca se previene contra las futuras preguntas, sobre cómo se hará la convocatoria, sobre la necesidad de aperturar las oportunidades a todos. Gareca no quiere prejuicios en su campaña futbolística, sino realidades, presentes; sin embargo, sabe también de la fama del seleccionado peruano, de aquellas famas faranduleras, de aquellas indisciplinas por juergas, fiestas, chicas, trampas, bebida, mujeres y desenfreno por vivir la vida loca, por vivir su juventud. Ricardo sabe de todo eso, se lo han contado, y no viene desprevenido, pero quiere tener su propia experiencia, quiere conocer de cerca, en vivo y directo sobre dichos decires, y piensa que todo acto de disciplina debe quedar en el margen de lo privado, de lo interno, piensa en primer lugar que debe respetarse la privacidad del jugador peruano y es por eso que agrega: “Para mí la disciplina es algo interno, es algo que solamente me tengo que poner de acuerdo yo con los jugadores, nada más, y en la cual la manejo yo; no tiene que ver nadie acá; en la única cabeza de todo esto soy yo”, expresa, como marcando su territorio y competencia. (Url: https://www.youtube.com/watch?v=LcGRKtQXcEE).

 

Luego el entrenador argentino reseña en líneas breves lo que busca, su meta, las pretensiones que tiene: “la competitividad”, construir un equipo competitivo, que significa para él jugar con cualquier equipo “de igual a igual”, “sin creerse más que cualquier equipo, pero sobre todo, sin creerse menos que cualquier equipo”, y dispuesto siempre, siempre, a ganar, a vencer al contrincante –no al enemigo-, al adversario de turno, con preparación técnica, deportiva, mental y con un poco de suerte también; así que Gareca explica: “Esencialmente quiero que el jugador peruano crea en sus condiciones, y crea esencialmente que vamos a ser una selección competitiva”. “Quiero por sobre todas las cosas el compromiso y el convencimiento de que podemos”. “Trataremos de buscar un equipo que sea representativo, un equipo que pueda definir una idea de juego”. (Url: https://www.youtube.com/watch?v=LcGRKtQXcEE). Y allí define el estilo de su éxito, la competitividad, la convicción del jugador peruano, el compromiso total con el país.

 

Gareca sabe también que el equipo que va a dirigir tiene muchos defectos, que talvez haya la necesidad de hacer algunos cambios, acaso muchos cambios, por lo que da a entender que respetará todo lo respetable, pero si el equipo necesita “cambiar”, pues hará aquellos cambios necesarios; así que señala que si el equipo no le responde así como está entonces lo cambiará, que eso no significa desestabilizar sino construir un equipo, pero que si ve necesidad de cambio, cambiará; por eso advierte: “Me gusta cambiar, si hay que cambiar algo, acompañar a cambiar algo, no me considero que yo puedo cambiar algo, si considero que puedo formar parte de un cambio, pero un cambio con un grupo que está dispuesto a creer que esto es de pronto lo mejor para la selección peruana”. (Url: https://www.youtube.com/watch?v=LcGRKtQXcEE). Gareca parece haber escuchado aquella frase popular: “solo Dios y los estúpidos no cambian”, que en otra versión, “solo los muertos y los tontos no cambian”, se le atribuye a Jorge Luis Borges, aquel genio literario que decía querer ser olvidado. La historia le dio a Ricardo la oportunidad de cumplir su palabra y fue así como en un momento crucial cambió a dos grandes y acaso inamovibles jugadores, Claudio Pizarro y la Foquita Farfán, al mismo tiempo, por dos jóvenes de corazón peruano pujante: la pulga Raúl Ruidiaz y Orejitas Edison Flores; algo impensable y hasta blasfemo para los anteriores entrenadores.

 

El argentino, con aquella primera presentación como entrenador de la selección peruana marca sus principios de fútbol y de vida. Los principios, como se sabe en Derecho, “conceptos o proposiciones que crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas, dentro de un determinado sistema”. Gareca tiene más bien principios de otra naturaleza, pero de igual significado: como “fundamentos” para vivir.

 

El arquero Ricardo Gareca

 

La historia de Ricardo Gareca empieza en el arco, según él mismo cuenta en una entrevista televisiva que le hicieran cuando dirigía el equipo argentino de fútbol Vélez Sarfiel. Una entrevista con visos de diferente. El programa se llamaba “Sin anestesia”, y se realizaba en una cancha deportiva, en la cual habían acondicionado dos sofás de color café. Allí el tigre sentado en uno de los sofás, con buzo y pantalón remangado hasta las rodillas, el pelo peinado constantemente por el viento, contaba cómo su padre lo alentaba a ser jugador deportivo, cómo confiaba en él, cómo lo convenció para dejar el arco –era arquero- y lucirse mejor como jugador medio campista. Gareca cuenta este hecho: “Arranqué en el arco, viste, y después mi viejo me iba a ver a un club (..) en  la iglesia del barrio,  (…), entonces iba y me espiaba, viste, y yo por ahí se me daba por jugar en el medio, entonces bueno, le gustaba como jugaba en el medio, y fue un poco quien me convenció, y quien me llevó de que de pronto en el medio podía andar mejor” (Url: https://www.youtube.com/watch?v=Nc_P4VCHnZI). Gareca no empieza entonces como goleador, sino como arquero, pero sin embargo, su padre, preludido de sabiduría, supo encaminar el talento de su hijo.  Esta enseñanza parece haber afirmado la idea del entrenador de lo que podía resultar de un jugador con apertura de posibilidades y oportunidades, hacer que el jugador pueda inclinarse hacia talentos que incluso el mismo no conoce, o mejor, exactamente por ser él mismo no puede ver. Gareca no vio su talento más que como arquero, pero su padre vio su real talento, la de delantero, goleador. Esto convencería a Ricardo que los jugadores no pueden ver siempre su verdadero talento, y hay que ayudarlo a encontrarlo, o a hacerse polifuncional.

 

Arqueros fueron también en la selección peruana, Quiroga, argentino nacionalizado peruano, y que jugó en la copa mundial del 70; el “loco” Quiroga, como le llamaban, ponía siempre mucha emoción en sus entregas como arquero de la selección peruana, y es de los arqueros peruanos es el más recordado, hasta ahora, que aparecieron nuevos valores como el pulpo Pedro Gallese, y esporádicamente Carlos Cáceda. Gallese al Contrario de Ricardo Gareca, empezó como jugador y no como arquero, por eso maneja bien el balón con los pies. 

 

Pacta sum servanda, los contratos están hechos para cumplirse.-

 

La historia de Ricardo Gareca está plagada de actos formativos. En aquella entrevista hecha por el programa “Sin anestesia”, Ricardo se acerca a un principio del Derecho Romano, que en latín reza así. “Pacta sum servanda”, que significa “lo pactado obliga”, “los contratos se han hecho para cumplirse”. Gareca aplica ese principio romano sin saber siquiera que existe y que es originario del Derecho Romano, usado en la doctrina del derecho internacional.

 

Gareca cuenta cómo llegó a dirigir el equipo Vélez Sarfiel de Argentina. Cuenta que su amigo Christian Bassedas fue quien lo propone como Técnico. En ese entonces estaba dirigiendo el equipo de Universitario Deportes. Y Christian le había dicho que si ganaba Raffaini lo iba a proponer como Técnico, y fue así. Ganó Rafini, y Cristian lo llamó, le dijo “mira que venite para acá que ganó Raffaini y te propuse como técnico”, pero él, comprometido con cada trabajo que asume, respondió acaso inexplicablemente para su interlocutor: “si Cristian, me voy, el 15 de diciembre se vence el contrato y me vengo”. Cristian lo había llamado en octubre. Pero Cristian, que no espera tal respuesta, insistió y le dijo: “No, ahora tiene que ser”, a lo que Gareca respondió: “viste, le dije, no puedo”. Porque Gareca se había acostumbrado a respetar sus contratos, y aunque la oferta de irse para Argentina era nada despreciable, Gareca tenía ya contrato en el Perú hasta diciembre, y no tenía la costumbre de incumplir sus contratos, no pensaba cambiar ahora. Entonces lo llamó Raffaini, que si bien lo conocía como jugador, no como técnico, pero ellos, a insistencia de Cristian Bassedas, apostaron por Gareca; y entonces, cuenta que Raifini lo llama al Perú y le dice que va a viajar para allá, y Gareca le dice que no, que no quiere incomodar a Universitario de Deportes, porque él tenía un contrato y no le parecía correcto cortarlo, sino cumplirlo, así que le dijo a Raffaini que le gustaría dirigir el Vélez Sarfiel (equipo muy importante de Argentina), pero que no podía porque tenía un contrato, y que eligieran a otro, que él podía esperar, que le tocará en otro momento. Por supuesto que eso debía afectar positivamente a los dirigentes de Vélez Sarfiel, porque pocos o casi nadie se atrevería a despreciar una oferta tan importante para cualquier entrenador. Y es por eso que deciden esperarlo. Gareca había demostrado su integridad como persona, que estaba más allá del dinero y de la fama: su compromiso por su palabra empeñada, por el contrato firmado, por el pacta sun servanda.

 

Ricardo cuenta la experiencia aquella de la siguiente manera: “Ellos tenían en carpeta otros técnicos, pero le hicieron caso a Bassedas, y Raffaini me llama a Perú y me dice Ricardo viajamos para Perú, y yo le dije, no, no porque Universitario de Perú es como si fuera Boca, viste; entonces se llegan a enterar, viste; y no me gustó, entonces bueno, ellos tenían que resolver la cuestión del técnico rápido, viste, y yo estaba con ese problema y le dije bueno, mirá, la verdad que yo soy uno de los primeros que me gustaría dirigir Vélez  pero en estos momentos no puedo así que, bueno, elijan a otro  muchacho, yo espero, y bueno, y me llaman y me tocará en otro momento, y eso fue lo que le gustó a Raffaini, voz sabés, osea, no mi rectitud, me había comprometido y viste, me parecía mal dejar todo inconcluso, entonces, eso fue lo que le gusto a Raffaini, más que nada, y bueno, decidió contratarme, y que me esperaron a que yo terminara el campeonato allá en Perú, y bueno, me contrataron, nos pusimos de acuerdo enseguida” (Url: https://www.youtube.com/watch?v=Nc_P4VCHnZI).

 

Ese fue el inicio de Ricardo Gareca, porque antes al parecer había tenido que emigrar para buscar equipos de fútbol extranjero; por eso reconoce y agradece a Bassedas, y dice que le debe todo, porque creyó en él. Esto por supuesto ha sido añadido a Gareca como una virtud muy potente: confiar en las personas; que luego utilizaría perfectamente en cada equipo que dirigía. Gareca dice: “A Bassedas le debo todo porque creyó en mi, creyó en mi cuando tenía que arrancar para el exterior, acá en Argentina. Argentina es mucho del exitismo, viste, aunque ahora se está abriendo más las posibilidades; ahora por ejemplo hay técnicos del nacional (…) En aquel entonces era mucho más difícil, o por lo menos conmigo no se daba esa posibilidad, y le debo todo (a Bassedas)”. (Url: https://www.youtube.com/watch?v=Nc_P4VCHnZI)

 

Aquella historia parece ser la que ha dominado a Gareca desde aquellos tiempos, cumplir con los contratos firmados, aún a costa de su economía o grandeza. Lo que en otras palabras significa respeto por los demás, por quien le ha brindado su confianza. Esa relación contractual ha sido la clave del respeto que se tiene ahora a Gareca.

 

Pero un contrato es un concepto jurídico, que por Gareca es cumplido como concepto axiológico, valor ético. El Derecho, y expresamente la Constitución Política expresa la Libertad de contratar: “Artículo 62.- La libertad de contratar garantiza que las partes puedan pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato.”. Asimismo el Código Civil en su artículo 1351, lo define: “El contrato es el acuerdo de dos o más partes para crear, regular, modificar o extinguir una relación jurídica patrimonial”. El contrato sólo se perfecciona por el “consentimiento de las partes”. No obstante el “contenido” de un contrato puede determinarse libremente por las partes (1354 CC), si es que no son contrarias a norma legal imperativa, o limitadas por consideraciones de interés social, público o ético (1355 CC). Los contratos son obligatorios y deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la buena fe y común intención de las partes (1362 CC).